APUNTES
DESORDENADOS sobre ROSAURA A LAS DIEZ
de Marco Denevi
Rosaura a
las diez es una
novela de Marco Denevi que en 1955 ganó el Premio Kraft, muy destacado
en aquel momento.
Desde el
punto de vista de la construcción del relato la novela resultó muy novedosa
para su tiempo porque la historia se "arma" a modo de rompecabezas,
uniendo los testimonios y la carta en la que se devela la verdadera identidad
de Rosaura. Denevi confesó que él no había inventado nada, que había tomado la
idea de la novela de Wilkie Collins LA PIEDRA LUNAR.
Hacía un
montón de años que yo tenía La piedra… en mi biblioteca, pero no me había
tentado de leerla hasta entonces. Me aventuré y la leí (y en mi aventura
arrastré a alumnos que me deben haber maldecido) Aquí se aprecia eso que les peguntamos a los
chicos ¿por qué se parecen estas obras si las historias no tienen entré sí nada que ver? La novelísima larga de Collins ,
amigo de Charles Dickens te lo cuento de paso, está compuesta por
declaraciones, transcripciones, cartas, y más que no me acuerdo. Igual que Rosaura. Además de la historia, es una
crítica al colonialismo inglés y habla
con sorna de los fanatismos religiosos, las diferencias de clases y las
exageraciones en la defensa del honor. Es un policial que se sale de la norma
aunque tiene un enigma y una
investigación, pero el policía desaparece en la mitad de la novela para
reaparecer cuando las cosas están más claras.
Denevi no
hace una crítica social en su novela, no muestra ningún indicio de la situación
política, presenta un Buenos Aires,
cuyos protagonistas de clase media -tirando
a baja- son gente solitaria que vive en pensiones.
También hay opulentos , pero también solos, en caserones de Belgrano. Por el bajo andan los delincuentes en hoteles
de mala muerte o lupanares. Es un
momento en el que los muchos inmigrantes que se afincaron en la Argentina, se
adaptaban a vivir en este continente. Lo
vemos en Milagros Ramoneda, la dueña de la hospedería del Once en la que reside
Camilo Canegato desde hace 12 años, una conversadora madrileña que da sus
propias interpretaciones de los hechos y sin querer cambia la suerte de
Rosaura? y la de Camilo. Con su
subjetividad y la certeza de que ella es la dueña de la verdad, precipita a
Camilo en un embrollo del que él no verá cómo salir.

La novela
nos hace pensar en el tema de la mentira y cómo se puede caer víctima de ella.
Las ensoñaciones de Camilo eran las mentiras que le daban vida, el pobre tipo
era feliz mandándose cartas de amor, haciéndoles creer, a esos corrillos de mujeres que lo
rodeaban, que él podía ser amado. Él, un hombrecillo insignificante, correcto hasta
el aburrimiento, enamorado en secreto de Matilde ¿Por qué alguien no
pueda amarlo a él? Camilo en su ceguera
no nota que la hija de la hospedera le corresponde el cariño y cuando ve a la joven besuqueándose con
Hernández se inventa lo de las cartas. ¿Acaso
las mujeres, según Coretti, no somos como gallinas que todas queremos picotear
en lo mismo?
Camilo se
siente invisible pero él también
invisibiliza a la mucama, esa mula o burra- según la llama Milagros- que lo quiere en silencio y sufre por ser ignorada.
Su manera de mostrar amor es darle las
porciones más suculentas de comida a Camilo, bajo la mirada atenta de la
señorita Eufrasia Morales que se queja de las tajadas más finas para ella.
Eufrasia
Morales, otra solitaria, maestra jubilada que detesta a los niños y su vida consiste
en espiar a los demás. Denevi juega con
el nombre de este personaje, la eufrasia es una flor con la cual se hace un
colirio para aclarar la vista. ¿Se
hubiera descubierto la verdadera
historia criminal si la señorita no hubiera sido tan observadora? Es ella la
que descubre que la mucama tiene la carta que le va a dar sentido a la historia
de Rosaura. Pero no sólo tiene los ojos
abiertos la señorita Eufrasia, también las orejas porque oye el altercado entre
Camilo y Rosaura; ese griterío que había
sido interpretado por el soberbio David Réguel como lo que ahora entendemos por
violencia de género.
Reguel es
un prejuicioso que se había enamorado de Rosaura, juzga a Camilo por su aspecto
físico, lo ve pusilánime, timorato, menudo, por eso cree en su culpabilidad.
Sospecha que detrás de esa apariencia de inocente se esconde un pervertido que
ha seducido a Rosaura y que a ella no le queda más que aceptarlo porque es una
joven inexperta que no sabe cómo rechazarlo.
David Réguel es tan terco como Milagros, no deja huecos para la duda y
lo que él dice es res iudicata.